En la carretera, el alcohol mata

Fecha actualización: 18 febrero 2025

Cientos de personas fallecen y resultan heridas graves cada año en siniestros viales en los que el alcohol tiene un papel relevante. Diversos especialistas analizan este problema: el riesgo que supone para la conducción, las medidas que se pueden adoptar, entre ellas una próxima reducción de la tasa legal de alcoholemia y por qué, aún hoy, hay conductores que insisten en ponerse al volante después de haber bebido.

"El acohol en la conducción es un problema de salud pública que afecta también a personas inocentes". OMS

El alcohol provoca en nuestro organismo gran cantidad de síntomas incompatibles con la conducción segura. Efectos que además pueden variar y potenciarse en función del peso, el sexo, la edad y la salud de cada persona, de cómo y cuánto se consume, del tipo de bebida alcohólica y de la combinación de esta con medicamentos y otras drogas.

“El alcohol es una sustancia psicoactiva y altera las funciones psicomotoras y perceptivas, capacidades necesarias para conducir: la coordinación, la atención, la visión, la conducta, la toma de decisiones… Conforme aumenta la cantidad de alcohol en el organismo, esos efectos persisten y aumentan. Su potencia puede variar, pero siempre afecta”, explica Julio Pérez, asesor médico del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico.

Problema de salud

El consumo de alcohol al volante continúa siendo hoy uno de los mayores factores de riesgo para la seguridad vial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los usuarios de la vía pública bajo sus efectos tienen un riesgo de accidente “significativamente mayor” y estima que el alcohol está implicado en uno de cada tres siniestros viales: “Es un gran problema de salud pública que afecta no sólo al consumidor, en muchos casos también a personas inocentes como pasajeros y peatones”, subraya la OMS en su página web.

En España se ha detectado un aumento del número de accidentes con víctimas en los que hay alcohol (al menos un conductor positivo) en los últimos cinco años. Según datos de la DGT, en 2022 se registraron 4.283 siniestros con alcohol (20% más que en 2018), con 312 personas fallecidas (+5%) y 518 heridas graves (+10%). “Las razones de este aumento pueden ser variadas. Las ganas de salir tras la pandemia, más problemas mentales como estrés o depresión, relajación en el cumplimiento estricto de las normas... Además, muchos “consumidores frecuentes” ya no son detenidos en los controles porque cada vez más reciben avisos de su ubicación a través de redes sociales. Y el problema se sitúa cada vez más en los conductores de 40 a 50 años. Por cierto, se observa la misma preocupante tendencia con otras drogas de abuso, con ansiolíticos, etc.”, analiza Jesús Monclús, director del Área de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre.

Los datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la DGT indican que los siniestros mortales con alcohol en los que se producen mayor número de fallecidos son las salidas de vía (58%) y las colisiones frontales (17%). Respecto a los conductores implicados, el 92% son hombres, mayoritariamente en turismos. No obstante, destaca un dato: el 30% de los motoristas implicados en siniestros mortales tenía una tasa de alcoholemia positiva.

Uno de cada tres

Por su parte, los informes del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF) también muestran, en los resultados de sus autopsias, un aumento significativo de la presencia de esta sustancia en siniestros viales durante los últimos seis años: uno de cada tres (33%) conductores fallecidos en accidentes viales en 2023 tenía alcohol en el cuerpo; en 2018, fue uno de cada cuatro (26%). Respecto a los peatones fallecidos, el INTCF revela que, en 2023, el 29% dio positivo, casi el doble que en 2018 (16%).

Infografía efectos del alcohol en el conductor

Actualmente, la DGT estudia rebajar la tasa máxima de alcoholemia para conductores de 0,5 gramos por litro (g/l) de sangre a 0,2 g/l, una medida que requeriría reformar la Ley de Seguridad Vial.

“Con esta disminución de la tasa de alcoholemia máxima legal permitida se espera reducir el porcentaje de conductores que se ponen al volante tras haber consumido alcohol y con ello los siniestros asociados. El impacto se espera no sólo en el intervalo de tasas 0,2-0,5 g/l, sino también en valores superiores. En Suecia y Noruega, dos países de referencia, se observó una reducción significativa de la siniestralidad tras implantar la tasa de 0,2 g/l”, afirma Álvaro Gómez, director del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la DGT, y añade que esta medida “se complementará con la implantación del alcolock en autobuses, el aumento de los controles y un proyecto sobre personas reincidentes en su consumo”.

“Si bebes, no conduzcas”

Alcoholímetro

“La propuesta de reducir a 0,2 g/l en realidad debe entenderse como “ni una sola bebida con alcohol si voy a conducir” y debería aclarar su incompatibilidad con la conducción”, opina Monclús. Y agrega: “Ya lo decía Stevie Wonder hace 40 años: si bebes, no conduzcas”. Y parece que todavía no lo hemos entendido”.

Y es que a pesar del peligro que supone asociar alcohol con conducción -las estadísticas descritas reflejan las consecuencias-, aún hay ideas equívocas -como “es posible beber y conducir seguro”- y baja percepción del riesgo de circular con las capacidades mermadas, algo que los expertos relacionan con la falta de responsabilidad y también al desconocimiento (ver la entrevista).

“Este problema es claramente distinto al de la velocidad y las distracciones. Estamos acostumbrados a socializar con alcohol, incluso cuando tenemos que conducir a continuación. Por otro lado, no hemos prestado suficiente atención a los conductores reincidentes o los que dan positivo en un control con tasas altas. Sí, concienciar del peligro de la primera copa es difícil, y luchar contra un problema de consumo lo es aún más. En estos casos son necesarias intervenciones psicosociales y sanitarias además de la amenaza de multa o de otro tipo de sanciones. Es necesario un conjunto de medidas contra el alcohol, empezando por educarnos y concienciarnos de que la primera bebida ya nos hace peores conductores”, argumenta Monclús.

"La propuesta de reducir a 0,2 G/L debe entenderse como ni una sola bebida con alcohol si voy a conducir". J. Monclús

Presente en el 4%

Los estudios de prevalencia de consumo de sustancias psicoactivas elaborados por la DGT desde 2008, sobre pruebas de alcoholemia realizadas de forma aleatoria, muestran que en torno al 4% de los conductores consume alcohol. Una cifra que se ha mantenido estable durante casi dos décadas. Pero si vamos directamente a los siniestros con víctimas en las carreteras y revisamos la presencia de esta sustancia en los conductores implicados en ellos, veremos que el 28% da positivo en la prueba. “El alcohol está presente en un porcentaje bajo de población conductora. Pero de esos pocos se matan muchos”, apunta el doctor Julio Pérez.

“Durante las últimas dos décadas hemos percibido una concienciación muy gradual y muy lenta en el problema del consumo de bebidas alcohólicas. Es una cuestión de conciencia y educación del ciudadano: hay una responsabilidad del conductor. El alcohol debería estar desterrado cuando se conduce”, sostiene Jaime Gómez, teniente coronel de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. “Hay variedad de siniestros con alcoholemia positiva implicada, los más graves suelen ser las colisiones por alcance, las salidas de vía y los atropellos”, explica Gómez, que subraya: “La realidad es que afecta a todas las capacidades, al tiempo de reacción, a la toma de decisiones... Con alcohol, los sentidos están engañados”.

El año pasado, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (ATGC) realizó 6,7 millones de test de alcoholemia en las carreteras, un millón más que en 2022: 78.000 resultaron positivos (1,17%), lo que supone un leve descenso de tres décimas respecto a 2022 (1,43%). Recordemos que la tasa máxima legal permitida para conductores en general es de 0,25 miligramos de alcohol por litro de aire espirado (o su equivalente, 0,5 gramos/litro de sangre) y para profesionales es 0,15 mg/l aire (0,3 g/l de sangre).

Sanciones y sentencias

La creciente presencia del alcohol en la siniestralidad vial en las carreteras durante estos últimos años se refleja también en el aumento del número de sanciones durante el mismo periodo: en 2022 se impusieron 121.000 sanciones que restan puntos del permiso por alcohol, 22.600 más que en 2018. De la misma forma, 4.000 conductores acumularon más de una sanción por alcohol en 2022, el doble que en años anteriores.En cambio, las sentencias judiciales se redujeron considerablemente durante el año pasado: según la Fiscalía para la Seguridad Vial, en 2023 los juzgados dictaron 50.071 sentencias contra conductores que habían bebido, 9.300 menos que en 2022. A pesar de ello, los delitos de alcohol en la conducción siguen siendo los más habituales con mucha diferencia: “Desde hace años, más de un 90% del volumen de las acusaciones y condenas son por delitos contra la seguridad vial por conducir bajo la influencia del alcohol y de las drogas”, subraya la Fiscalía General del Estado en su Memoria de 2024.

Guardia Civil haciendo control de alcoholemia

Tratar el alcoholismo, rehabilitar reincidentes

El Ministerio de Sanidad, las comunidades autónomas y la DGT trabajan actualmente en la elaboración conjunta de un programa para el tratamiento sanitario y la reeducación de los conductores reincidentes en infracciones de alcohol y/o drogas. Mediante este nuevo protocolo, los conductores reincidentes, con más de dos sanciones de este tipo, podrían ser evaluados por facultativos de la sanidad pública que, en cada caso, valorarían si existe una adicción al alcohol. Si la hubiera, se declararía la pérdida de vigencia del permiso, ya que el conductor no reúne las aptitudes psicofísicas necesarias, y se le ofrecería al paciente un tratamiento de rehabilitación voluntario pero necesario para recuperarlo.

“El alcoholismo es un problema de salud muy grave, con un importante impacto en la seguridad vial. Este protocolo de actuación identificaría a la persona adicta y le ofrecería un tratamiento para rehabilitarse y apartarla de la conducción mientras carezca de las aptitudes psicofísicas necesarias”, explica Concepción Guerrero, subdirectora adjunta de Recursos de la DGT. “A quienes dan positivo con altas tasas de alcoholemia, se les debería ofrecer apoyo inmediato, sin esperar a una reincidencia o algo más grave como un siniestro”, opina Jesús Monclús, director del Área de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre.

En el último año, más de 3.000 conductores han tenido dos o más sanciones por alcoholemias positivas y/o consumo de sustancias psicoactivas.

Perdió a sus padres en 1987 en un siniestro de tráfico que provocó un conductor que circulaba con exceso de velocidad. Tenía 19 años. A partir de ahí, empezó a tener problemas con el alcohol. Un año después sufrió un accidente de moto, una madrugada a las 6 de la mañana. “Me empotré contra una farola, estuve a punto de morir. Me salvó el casco. Y había bebido alcohol como para dar positivo”, explica. Pocos años después, su hermano pequeño cogió el coche después de haber tomado una copa y perdió la vida al salirse en una glorieta. Hoy David forma parte de la asociación de víctimas de siniestros viales Stop Accidentes y comparte su experiencia vital en charlas de sensibilización. “Beber y conducir parece inofensivo, pero no lo es. Debemos pensar en qué nos puede ocurrir. Es necesario pensar en las consecuencias, valorar tu vida y la de los demás, comprender a dónde te puede llevar una mala decisión. Nos arriesgamos, porque nunca pasa nada. O eso creemos”.

David Pérez

¿Somos realmente conscientes del riesgo de beber y conducir?

Si comparamos con hace 20 años, observamos mejoras, el porcentaje de controles positivos ha pasado del 5% en el año 2000 a 1,2% en 2023. Pero el riesgo de conducir tras consumir alcohol es tan alto que incluso un porcentaje pequeño de conductores puede causar un daño muy grande. La comparación con otros países también pone de manifiesto datos preocupantes: el porcentaje de conductores con tasas positivas en las noches de fin de semana es del 12%, uno de los valores más altos de Europa.

¿Es posible saber cuántas personas en total (conductores, acompañantes, peatones…) fallecen cada año en las carreteras a causa del alcohol?

No, porque hay conductores implicados en siniestros mortales a los que no se realiza la prueba, particularmente, entre las personas hospitalizadas. Pero sabemos que en aproximadamente en uno de cada tres siniestros mortales alguno de los conductores implicados dio positivo en la prueba de alcoholemia. Lo mismo para personas fallecidas.

¿Qué mensaje enviaría a los conductores de cara a estas celebraciones navideñas?

Como se dice en la última campaña de la Dirección General de Tráfico, sólo 0 alcohol tiene 0 consecuencias. Las evidencias son claras: cualquier consumo produce un incremento del riesgo, no sólo para nosotros, también para las personas con las que compartimos vehículo, y de manera general, las carreteras y las calles.

Álvaro Gómez

Tras décadas de concienciación, todavía hay personas que beben alcohol y conducen. ¿Es irresponsabilidad o desconocimiento?

Las dos cosas. Irresponsabilidad, porque todos conocemos los límites legales de alcoholemia y sus efectos en la conducción. Y desconocimiento porque infravaloramos los efectos del alcohol, disminuyendo el sentido de la responsabilidad y prudencia, y sobrevaloramos nuestra capacidad, asumiendo más riesgos.

¿Por qué es tan difícil concienciarnos sobre el riesgo del alcohol?

La concienciación sobre el alcohol tiene un inconveniente muy grande y es que se tiende a minimizar el peligro: restarles importancia a sus efectos es un peligro en sí y esto hace que el mensaje no tenga tanto impacto. Por supuesto, hay un factor cultural en nuestro país que normaliza el consumo y eso complica la sensibilización a los riesgos del alcohol.

¿Por qué muchas personas piensan que son capaces de conducir sin riesgo después de beber alcohol?

Por un lado, porque puede que hayan experimentado situaciones de consumo y conducción en las que han tenido la suerte de que no ha pasado nada. Y por otro, se suele pensar que la pericia al volante compensa las alteraciones que produce el alcohol. También porque hay alteraciones difíciles de identificar en uno mismo como los cambios en movimientos oculares, la fatiga ocular o la visión túnel.

Patricia Pérez
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