“Una movilidad más segura y sostenible gracias a la IA” titulares como este del diario económico "Cinco Días" pueden encontrarse habitualmente en los medios españoles, a medida que el uso de las tecnologías de la información y la comunicación se va generalizando en la carretera para mejorar la gestión y la planificación del tráfico.
Sistemas que combinan sensores electrónicos y emiten señales de alerta a los usuarios o modifican el estado de las infraestructuras o la señalética para dirigir la circulación son cada vez más comunes. La mejora de las redes de transmisión de datos, internet y los nuevos dispositivos han supuesto una revolución a mejor tanto para usuarios como para trabajadores o responsables de las vías urbanas e interurbanas.
El esquema es fácil: se recopilan datos (siempre de forma anónima) para conocer en tiempo real la situación de las vías, se analizan y se emiten órdenes o información que permitan tomar decisiones correctas en cuanto a la conducción o la gestión del tráfico. Estas estructuras basadas en la informática y la comunicación aumentan la eficacia del tráfico y favorecen una reducción de las emisiones al rebajar la congestión. Además, permiten reducir los errores humanos, lo que redunda en una mayor seguridad vial e incluso pueden hacer que la movilidad sea más accesible.
Y su uso va más allá de los sistemas de navegación de los vehículos, el suministro de información sobre el tráfico y la disponibilidad de aparcamientos. Los sistemas inteligentes de información se utilizan tanto para enviar alertas a los vehículos en marcha sobre carreteras y atascos, como para el pago de los peajes de forma electrónica, la planificación y gestión del tráfico por parte de sus responsables o el trabajo de los servicios de emergencias. También son fundamentales en las plataformas de transporte y coche compartido y permiten las comunicaciones entre vehículos y la conducción automatizada.